Hace
un tiempo me invitaron del Círculo Italiano de Rosario, donde el
público eran amas de casa, empresarios, gente que no tenía nada que ver
con el psicoanálisis, quizás había uno o dos que alguna vez consultó a
un analista. En esa oportunidad, a raíz del tema al que me habían
invitado, se me ocurrió una pregunta: “¿Por qué el primer día del año es el 1 de enero?”.
Me dijeron: “porque el calendario muestra que el 31 de diciembre
termina el año”. “Sí, pero ¿por qué se hizo el calendario de ese modo y
no se puso que termina el 4 de marzo, el 8 de agosto, el 20 de
noviembre?”. Se quedaron un poco sorprendidos. Una señora dijo “es el
día del nacimiento de Jesús”. Le recordé: “La Navidad es la natividad,
ese es el día del nacimiento de Jesús”. Les dije: hay algo que es
simple, si la Tierra es una pelotita que gira alrededor del Sol, como
nos enseñó Copérnico, cualquier punto de esa elipse que la Tierra
recorre a su alrededor lo puedo marcar y decir que cuando pase de nuevo
por él se cumplió un año. Pues, lamentablemente, los cuerpos celestes no
pueden decidir cuándo empieza y termina un año. No es un hecho
astronómico, lo que lo decide es un hecho que escapa a lo astronómico.
¿Qué se festeja el 1 de enero?, ¿por qué el 1 de enero? Después de un
largo rato alguien se acordó que está escrito en el almanaque. El
recuerdo sufría de lo que nosotros los psicoanalistas llamamos
represión, una represión en la cultura. El almanaque dice que es el día
de la circuncisión de nuestro Señor. Es el día del Brith, que quiere
decir en hebreo circuncisión y pacto. Entonces les hice un chiste del
que se rieron por cortesía pero no creo que les haya gustado en demasía.
Les pregunté: “¿Qué hace nuestra cultura occidental y cristiana
celebrando el comienzo de un nuevo año con un rito judío?”. En el
momento en que se inicia el nuevo año, no pensamos en esto, levantamos
la copa y brindamos. Somos dupes. Los felicito, cualquiera de ustedes
que se hubiera quedado pensando en todo esto sería candidato a muchos
años de análisis..
Pero
ahora sí pensemos: Jesús era un niño nacido en una familia judía. A los
ocho días del nacimiento, el 1 de enero, es el día en que se le hace a
un niño judío la circuncisión. Los primeros cristianos, que eran judíos,
incluso Pablo, sabían muy bien que un ser humano no nace cuando adviene
como viviente, sino cuando recibe la marca con la cual la comunidad lo
reconoce perteneciente a ella. Es algo de lo cual somos dupes:
festejamos, brindamos, no sabemos por qué se tiran fuegos artificiales,
¿quién se lo pregunta? Lo hacemos.
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ISIDORO VEGH
Incautos de lo real