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miércoles, 28 de marzo de 2012

El abuso sexual

  
Sabemos que el abuso sexual es una intromisión brutal en el cuerpo del otro, es como la forma más brutal del abuso, no es casual que la tortura haya tenido como eje la cuestión del abuso sobre el cuerpo del otro, la tortura sexual. Pero lo que empezamos a pensar en los últimos años a partir de los estudios de la antropología y los estudios de nuestra práctica misma es que si la violación de la mujer es algo profundamente atacante, y profundamente disruptivo, y profundamente traumático, no invalida su condición de mujer. La violación en la mujer o el abuso en la mujer lo que produce es una lesión terrible, una herida muy fuerte desde todo punto de vista. Pero el abuso infantil en el varón y la violación del varón producen una deconstrucción de la identidad, aparece como una forma de liquidación digamos, o de cercenamiento muy fuerte de la identidad. Esto tiene que ver con toda la cuestión que hace a que la masculinidad es un constructo que debe ser sostenido a lo largo de la vida, mientras que la feminidad es algo como que de alguna manera se sostiene. Interesante porque la teoría psicoanalítica partió siempre de la idea que el sexo de partida es el masculino, cuando en realidad, si hay un constructo al cual hay que llegar es a hacerse hombre. Las mujeres podrán ser mujeres mejores, peores, pero nadie duda que son mujeres, salvo situaciones muy extremas. En una época estaba muy ligado a la maternidad, las mujeres que no eran madres eran machonas, se consideraba en los pueblos. Hoy no es así, hoy el tema de la feminidad se ha desligado totalmente de la maternidad y ustedes habrán visto que las barbies ya no son las muñecas de antes y que ninguna niña juega a darle comidita al bebé después de los seis o siete años, sino a peinarse y vestirse como las barbies. El narcisismo femenino encontró algún canal bastante problemático. Afortunadamente la sociedad encontró otras formas de reproducción con lo cual todo se subsana.

Silvia Bleichmar