Bergson se
pregunta (…) qué significa la risa. Primera cuestión: la risa, como la
religión, como tantas otras prácticas –por ejemplo, la moda o aun el
fútbol-, es exclusivamente humana. El único viviente que ríe es el
humano; a veces podemos, en un ejercicio de proyección, considerar que
el perrito ríe, pero no es así. Mueve la cola, pero no ríe. Se pregunta
Bergson qué hay en el fondo de lo risible, qué puede haber de común
entre la mueca de un payaso, el retruécano de un vodevil y la primorosa
escena de una comedia. (…) Así por el camino de la risa, Bergson llega
al terreno de lo cómico, que sería desde su perspectiva la causa de
aquélla. Lacan toma esta referencia para criticarla, y no sin
fundamento. En efecto, a quién no le ha pasado, en alguna ocasión, reír
en medio de una crisis de angustia, en un momento de desesperación, o,
como decía George Bataille, a veces con la risa aparente del idiota, en
situaciones que nos dejan sin palabras. La risa puede ser la última
respuesta ante la ausencia de cualquier respuesta.
(…)
Arriesguemos una alternativa: lo cómico de la caída del clown, del que tropieza –o lo cómico de la comedia-, se vincula a la caída de la prestancia fálica. Caída que, siguiendo a Freud, produce un alivio, no sólo porque nos libera de la imposición de la prestancia del otro, sino también del esfuerzo de sostener la nuestra, en la medida en que el otro representa la dimensión del semejante. Recordemos cuánto nos gusta llegar a casa y ponernos en pantuflas, es es, desasirnos simbólicamente mediante ese gesto de la cubierta fálica que la escena del lazo social nos demanda.
(…)
Arriesguemos una alternativa: lo cómico de la caída del clown, del que tropieza –o lo cómico de la comedia-, se vincula a la caída de la prestancia fálica. Caída que, siguiendo a Freud, produce un alivio, no sólo porque nos libera de la imposición de la prestancia del otro, sino también del esfuerzo de sostener la nuestra, en la medida en que el otro representa la dimensión del semejante. Recordemos cuánto nos gusta llegar a casa y ponernos en pantuflas, es es, desasirnos simbólicamente mediante ese gesto de la cubierta fálica que la escena del lazo social nos demanda.
ISIDORO VEGH
El Prójimo
Enlaces y desenlaces del goce