La homosexualidad ya no es considerada una enfermedad ?
No, la homosexualidad no es ni una perversión ni una
enfermedad, es una modalidad propia del amor, una manera particular de amar y
de sentirse amado. El homosexual viene a consulta por que sufre y sufre de un
trastorno grave, el de la soledad. Hace tiempo recibí a Rogelio, un hombre muy
culto, joven, un alto funcionario de una gran administración. Me dijo esto:
“Doctor, soy homosexual, mis padres lo ignoran, sólo mi hermana comparte mi secreto.
Me siento desgraciado porque estoy desesperadamente solo. No logro vivir en
pareja”. Éste es el drama de los homosexuales de hoy: su soledad afectiva.
Aunque muy integrado socialmente, el homosexual sigue estando rotundamente
solo. El problema no es tanto afirmar su
identidad sexual como acceder al amor que cada uno de nosotros necesita. Se
sabe que si un homosexual quiere satisfacer un deseo puramente sexual, puede
hacerlo en todo momento. Basta con frecuentar los lugares de encuentro que él
conoce –saunas, baños de cafés, ciertos parques o cines-, para encontrar
rápidamente una pareja ocasional y obtener un orgasmo masturbatorio furtivo.
Pero el afecto, la ternura, unir su vida a la de un compañero que ama, lavarse
los dientes en el mismo baño, hacer las compras o viajar juntos, en resumen,
vivir lo cotidiano, todo eso le falta y lo sufre como una herida abierta. Este
contraste doloroso entre una actividad sexual exacerbada y la inestabilidad de
los sentimientos amorosos explica, sin duda, la precariedad de las parejas
homosexuales. Sólo los hombres de cierta edad se instalan duraderamente en una
vida común alimentada de intercambios y proyectos compartidos.
Juan David Nasio
Un psicoanalista en el diván